Comencé a escribir este diario el primer día de confinamiento para poder enfrentarme a lo desconocido con alguna estrategia que estuviera a mi alcance. Tenía un portátil, diez dedos (aunque me sobraban ocho), cerveza, papel higiénico (levadura no), una familia maravillosa, güifi y tiempo; mucho tiempo. Así que pensé: "Keep calm y escribe pamplinas", y eso hice durante 52 días. La diferencia entre el "Diario de Ana Frank" y el mío es que yo sabía, por el feisbuk, que había mucha gente leyendo y esperando cada capítulo diario y que esa gente estaba dispuesta a conjurar la incertidumbre, el odio y el miedo siguiendo mi estrategia; es decir: riéndose. Bueno, eso y que yo estaba confinao en Cadi por culpa de un puto virus y ella estuvo escondida en Amsterdam por culpa de los putos nazis. Pero quitando esos detalles... En fin, dejo en estas páginas mi testimonio de lo …
Comencé a escribir este diario el primer día de confinamiento para poder enfrentarme a lo desconocido con alguna estrategia que estuviera a mi alcance. Tenía un portátil, diez dedos (aunque me sobraban ocho), cerveza, papel higiénico (levadura no), una familia maravillosa, güifi y tiempo; mucho tiempo. Así que pensé: "Keep calm y escribe pamplinas", y eso hice durante 52 días. La diferencia entre el "Diario de Ana Frank" y el mío es que yo sabía, por el feisbuk, que había mucha gente leyendo y esperando cada capítulo diario y que esa gente estaba dispuesta a conjurar la incertidumbre, el odio y el miedo siguiendo mi estrategia; es decir: riéndose. Bueno, eso y que yo estaba confinao en Cadi por culpa de un puto virus y ella estuvo escondida en Amsterdam por culpa de los putos nazis. Pero quitando esos detalles... En fin, dejo en estas páginas mi testimonio de lo que fue este momento histórico con la esperanza y el deseo de que ojalá no se repita (el confinamiento, no mi testimonio, picha, que tó hay que explicártelo...). ¡Salud! (pública).
Javier Be Eme nació en Cadi, pegaito a Cadi-Cadi, el mismo año que se formó el Equipo A. Vamos, que está ya lo menos en 2º de pureta.
A la tierna edad de “pocosaños” comenzó a contarle a su madre, dándole toquecitos en el brazo pa que le atendiera, con lo que eso jode, el argumento de todas y cada una de las películas que veía. También trataba de narrarle, de la misma forma, cualquier suceso o acontecimiento de actualidad. Así fue como desarrolló una de sus más inútiles habilidades: contar películas y noticias a quienes no las habían visto o entendido. Pronto descubrió que, para captar la atención del oyente, recurrir al humor, inventando y escribiendo pamplinas, daba más resultado que dar el coñazo dando toquecitos en el brazo. Y así fue como llegaron sus primeros virales: “Ya tenemo en Cadi Cortinglé”, “Matrix gaditano”, “El catálogo de Ikea que ella no lo lea”… Y más recientemente la sinopsis gaditana de “Joker” o este mismo “Diario de cuarentena”. Todo colgado en internet y gratis. Bueno, todo no; peor aún: Para publicar este libro, el carajote ha tenido que pagar. Pero como él mismo dice orgulloso: “ahora, cuando alguien me pregunte: ¿profesión?, ya podré contestar con rigor: escritor de pamplinas”.
El libro está escrito con un lenguaje que imita los rasgos del habla gaditana, y se centra en contar episodios de una casa de Cádiz como hubo muchas, con dos niños y una recién nacida. Las apasionantes aventuras van desde ir a comprar hasta tirar la basura, pasando por el aplauso, y terminan con el día 52, cuando se abrió la veda para hacer deporte y hacer paseos.
Me gusta tener el libro en la estantería porque es un recuerdo tangible, pero no centrado en todo lo malo que ocurrió.